Si entráis en este blog creyendo saber lo que vais a encontrar, salid.

Este blog no es un blog solamente de moda, ni solamente de mí, ni solamente de nada.

Aquí escribo lo que quiero y lo que deseo. Lo que anhelo o lo que desprecio. Sobre lo que me gusta y sobre lo que detesto.

Es mi carta de presentación.

martes, 14 de febrero de 2012

Ningún genio se rindió.


Había reflexionado mucho sobre eso, pero siempre llegaba a la misma conclusión: ella nunca podría cambiar el mundo.
Como mucho conseguiría que algún grupo de pirados escuchase lo que ella proponía y luego se sentasen a tomar un café y a quitar sus propias conclusiones.
Podría sacar ejemplos de debajo de cualquier piedra de personas anteriormente admiradas que no tardaban más de un par de años en conseguir que se quemase un muñeco de paja con su cara en alguna plaza pública.
Intentaba no quedarse estancada en la crítica; siempre procuraba ir algún paso más allá. Su modus opreandi era siempre el mismo: absorber toda la información y más - reflexionar - criticar - establecer pros y contras - nueva reflexión sobre ambos - propuesta de cambios - volver a establecer pros y contras - fugaz imagen mental de ella misma saltando desde el Empire State.
Pero no. Pese a saber que nadie leería lo que ella iba a proponer, que nadie iba jamás a apiadarse de las noches que pasaba en vela pensando en los problemas de media humanidad e intentando inútilmente dar con una solución apropiada, que probablemente nunca daría un discurso con más de diez personas como público, que nunca participaría en un forum o que en su vida leería una enciclopedia con una entrada con su nombre, pero no; ella no estaba dispuesta a dejar de pensar.
Que ella no sabía de ningún genio que se hubiese rendido.