Jamie Hince y Kate Moss
Estoy segura de que podría escribir una bonita historia
si escribiera sobre nosotros dos.
Pero tú y yo sabemos cómo fue, y lo bonito no fue la
historia, no, lo bonito era lo que sentíamos el uno por el otro. Solamente el
sentimiento.
Con todo lo demás podíamos haber hecho un baúl de madera
de roble, asegurarnos de que no se habría abierto nunca y guardar allí todo lo
que hicimos. Para poder así pensar en lo que nos quedó por hacer. Que es lo que
ahora me trae loca. Pensar en lo que habría podido ser; en lo que podría ser y
no será, o a lo mejor sí, quién sabe.
Porque al final, nuestra historia escrita tendría valor.
Tendría un valor inusual, extraño, nadie lo entendería. Porque lo que vivimos o
lo que sentimos, lo vivimos y lo sentimos sólo nosotros dos. Los demás no lo
comparten. Se extrañan que sigamos sintiéndolo, y sin embargo así es. No es algo
estúpido y efímero; es amor.
Entonces puede que no fuese una historia de anécdotas
para contar o de inmemorables momentos, pero sí de muy buenos e imborrables
sentimientos.
Algo pausado, tranquilo, que invita a pensar y saborear
sin ansia, sólo con ganas.
Es algo grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario